mayo 04, 2014

Volver al Futuro: el siglo XIX ha retornado

Uno de los economistas mas influyentes de la segunda mitad del siglo XX, Robert Lucas de la Universidad de Chicago, tiene el mérito de haber identificado el stock de conocimiento como uno de los factores que puede mover la curva de crecimiento y expandirla. También tiene la reputación de haber oscurecido la discusión de uno de los fenomenos que caracteriza la economía desde fines del siglo pasado: la monstruosa inequidad social y económica entre los países y al interior de los países. Hizo todo lo posible -tal como lo hicieron otros académicos del establishment-  por alejar esa variable del análisis económico. De hecho la siguiente cita es suya: "de todas las tendencias que son dañinas a una economía robusta, la mas seductiva y en mi opinión la mas ponzoñosa, es el enfoque en las cuestiones de la distribución".

Las políticas económicas de paises altamente industrializados como los EE.UU. y los paises de la OECD, han dejado por fuera esta discusión casi como adoptando un  consenso deliberado.

Un autor francés ha arruinado las bases de este consenso. Con la publicación del libro "Capital in the XXI Century" (El Capital en el siglo XXI), Thomas Piketty ha abierto la caja de pandora y a la mayoría de economistas de la nomenclatura del BM-BID-FMI no les ha gustado lo que descubrió. Piketty indica que la apropiación que hace la elite económica en paises altamente industrializados del ingreso nacional ha ido acelerandose desde el último tercio del siglo XX. Una de las premisas de la economía neoclásica era que los retornos de la productividad en el largo plazo inducian a una mejora en la participación de la renta nacional, efecto que tenia un efecto en el incremento de los ingresos de la clase media, especialmente beneficiada por el crecimiento continuo. Falso.

El libro de Piketty apoyado por un riguroso tratamiento estadístico indica que el 1% de los mas ricos en paises como los EE.UU. Gran Bretaña, y Francia ha aumentado su tasa de enriquecimiento a niveles escandalosos desde 1980.  en Francia, en 2013, el 1 % más rico posee el 22 % del patrimonio total del país. En el Reino Unido, posee el 30 %, y en Estados Unidos, el 32 % Si incluimos la parte de la riqueza escondida en los paraísos fiscales o bajo otras formas, el porcentaje aumentaría al menos en 2 o 3 puntos. Para simplificar, el 1 % de la población mundial, es decir la élite que concentra los medios financieros controla la tercera parte de la economía occidental.


Pero ¿acaso no ha habido siempre concentracion de la riquez en la historia del capitalismo? argumentarán muchos.  La respuesta es un Sí, pero eso no es un rasgo inevitable de la economía mundial.  Sobre todo si estabamos considerando las lecciones de las economías del sudeste asiático como modelo a seguir, pues prometían niveles de crecimiento altos basados en una productividad de la fuerza laboral con elevados niveles de educación y conocimiento productivo.

Los hallazgos de Piketty indican que los mecanismos del sistema financiero permiten a la elite económica (el 1% contra quienes lanzaba su campaña los activistas de Occupy Wall Street) ejercer una presión eficaz para que el sistema financiero y el marco de política permitan reproducir tal  concentración de la riqueza. Tal como indica Paul Kruger en una reseña del libro, la idea central es que "no solamente hemos retrocedido hasta los niveles de inequidad del ingreso del siglo diecinueve, también estamos en camino a un capitalismo patrimonialista en el que las esferas de gobierno de la economía son controladas no por personas talentosas sino por dinastias familiares”. Entonces hablar del poder que la familia de los Rockefeller (en EE.UU.) o de la propia familia Hoetschild (en Europa) ejerce sobre la economía, la política económica y la política en particular no es una hiperbole, esta comprobado estadisticamente.


La reacción conservadora del siglo XX

En los últimos veinte años del siglo XX, quizás empujada por la potencia de las politicas conservadoras de Reagan en los EE.UU. y Tatcher en Gran Bretaña se produjo un realineamiento del marco regulatorio de los mercados. Comenzó en los paises centrales y luego se extendió gracias al influjo de las teorías económicas que propulsaron Lucas y sus colegas de la academia norteamericana. Este nuevo marco liberalizador facilitó la concentración mediante esquemas especulatorios: si inviertes a gran escala en el mercado de valores y el mercado de divisas, y ademas controlas gran parte del sistema de información que provee de señales a los operadores del mercado, tendrás control sobre las reglas del juego. Es asi de simple. Piketty lo explica mas elegantemente:  «En resumen, las convulsiones del “primer siglo veinte” (1914-1945) —es decir, el que comprende la primera guerra mundial,(...) la segunda guerra mundial, y las nuevas políticas de regulación, fiscales y de control público del capital originadas por esas conmociones— condujeron a unos niveles históricamente bajos para los capitales privados en los años 1950-1960. El movimiento de reconstitución de los patrimonios se puso en marcha rápidamente y luego se aceleró con la revolución conservadora anglosajona de 1979-1980, la implosión del bloque soviético en 1989-1990, la globalización financiera y la desregulación de los años 1990-2000, acontecimiento que marca una inflexión política en sentido inverso a la inflexión precedente, y que permite a los capitales privados encontrar a comienzos de los años 2010, y a pesar de la crisis abierta en 2007-2008, una prosperidad patrimonial desconocida desde 1913.»

El desacoplamiento de los circuitos financieros a los sistemas de regulación facilita esta operación de capitalismo voraz e improductivo.   Mientras que el 1% mas rico solo tiene que observar como capitaliza los retornos de sus inversiones especulativas gracias los trabajadores y la clase media tiene que sobreendeudarse para mantener su consumo presente a los niveles de fines del siglo XX.


El futuro ¿mas de lo mismo?


¿Qué podemos hacer?  Hacer política es la respuesta simple. Una política inteligente orientada hacia la reforma del Estado que permita asignar los recursos necesarios para la elevación de la inversión en sectores de alto valor agregado. Un aumento en la inversión pública para la formación de recursos humanos calificados y saludables es el mejor camino para cambiar la curva de la inequidad. Politicas inteligentes que permita a las personas actuar en forma responsable para si mismas, para su familia y su nación.

El problema es que este aumento del gasto público implica aumento de la tributación y va a ser rechazado por todos los defensores del statu quo, especialmente los voceros de las oligarquias nacionales.  Sin embargo, Piketty ha cumplido con su trabajo de entregar una visión lúcida de como son por adentro las sociedades basadas en el modelo económico anglosajón. Si no nos gusta ese panorama es el turno de la sociedad civil de actuar ahora para evitar ese futuro.

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