junio 21, 2011

El Cadaver de la Novia en La Paz

En una de mis visitas a Sopocachi, un barrio con aires bohemios, pasé por la avenida 6 de agosto y atiné a leer en los escaparates de un centro cultural el anuncio de una función de teatro programada para el dia siguiente. Llamó mi atención el título “El Cadáver de la Novia”. Alguien –con verdadero ánimo pionero- se atrevía a hacer una adaptación del guión de Tim Burton. Me impresionó que en medio de la orgía ideológica que vive Bolivia en estos dias, un artista tuviese la valentía de poner en escena una historia romántica con fuertes tintes claroscuros, sobre todo de un ícono de la producción innovadora de Hollywood.

“The Corpse Bride” es una película de género fantástico basada en un cuento popular ruso-judío del siglo XIX y ambientada en un pueblo ficticio de la época victoriana. Tiene en parte romance, en parte humor negro, en parte crítica social, pero sobre todo esta teñida por una mirada ingenua del amor como impulso vital y energía que hace renacer los espíritus, incluso de los muertos.

Aquella noche entré al auditorio del teatrín y me hallé en una penumbra que sintonizaba perfectamente con el ambiente sombrío de la historia. Segundos antes del inicio conté 19 espectadores. La puesta escena estaba a cargo de los jóvenes que se graduaban del taller anual de formación actoral con auspicio del gobierno municipal. Un grupo de jóvenes entusiastas de entre 14 y 21 años. Fue una verdadera experiencia. Para mi asombro, la caracterización de los personajes, el vestuario, las canciones –hilo conductor de la obra- seguían las líneas maestras del original. El escenario aun con sus limitaciones podía transportarnos sin esfuerzo hacia un pueblo semirural del siglo XIX y luego al Mundo de ultratumba donde ocurre la trama. Los actores, todos jóvenes adolescentes, comenzaron quizás algo inseguros pero, cobran aplomo y solvencia, conforme viven sus personajes. En el momento de descubrir que ha sido llevado al Mundo de los Muertos podíamos sentir la angustia y el ahogo de Victor, Emily por su parte transmitía la felicidad inocente de la prometida asesinada y abandonada antes de llegar al altar que recupera la esperanza del amor.

Hubieron escenas sublimes, el descubrimiento de promesas olvidadas, amargas traiciones, el perdón, la ternura y la devoción, el desprendimiento y la liberación. Una historia para humanizarnos, un bello regalo en el que se concentra nuestra historia total: el hombre nace, ama y muere.

Al terminar la obra tuve el deseo que se levantara un público agradecido y rugiente. Pero el sonido del aplauso de aquella magra audiencia me devolvió a la realidad. ¿Cómo podrían recibir aquellos jóvenes que habían puesto hasta la ultima gota de esfuerzo, horas de ensayos, emociones intensas, el agradecimiento que merecían? Entonces lo supe. Muchas veces en la vida, los mensajes fundamentales no están en las apariencias, sino en la voluntad. Por alguna razón, la fuente del Cosmos me había llevado a aquel preciso lugar esa noche.

En el desvencijado y mal iluminado auditorio, un espectador se levantó y alzándose entre unos endebles aplausos gritó «Bravo» hasta la ronquera. Entonces observó las sonrisas de aquellos héroes casi anónimos. Había entregado el premio merecido.

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